sábado, 8 de septiembre de 2007

Las meretrices, después de Umbral - Fragmento de "El año de la rubia"


Las putas fueron esas señoras que, en una adolescencia que creí superada, me embargaban en su espiritualidad de visón sintético y bragas. Fueron madrastras de alquiler las meretrices que tanto cantaba Umbral, aquellas mujeres que nos recogían en su regazo de polígono de extrarradio y ponían su alma a disposición de unos vagabundos mantenidos y ociosos.

Había que saber entender a las prostitutas cuando nos acogían cariñosas y nos despedían medio llorando. Los poetas y yo llegábamos a los descampados por donde el río de la ciudad curva sus marismas y, de madrugada, cuando las luces apenas tintineaban, en los asientos traseros de los coches desvencijados vivíamos una pasión de musas y leopardos. Sí, fueron las putas una suerte de fieles amante sin más condición que los honorarios y un adiós que resonaba a un quizá, de otra noche y otro polvo.

Ya lo he contado. Las putas fueron unas madres que me vieron, con veintipocos, rodeado de aquellos letraheridos viciosos y soñaron en adoptarme como el hijo o el hermano que el destino le arrebató. A veces me entregaba a sus placeres carnales, con un rumor de hielos caros en la espalda; y las camas inmensas de los burdeles eran, vistas ahora, al recuerdo, retazos de placer sano.

Ángeles con bragas de lana y cigarros marchitos. Así eran vistas las putas para el puterío canalla y trasnochador con el que compartía madrugadas.

Nacho Triste nunca fue un asiduo a los lupanares pero siempre mantuvo su promesa de compatir, antes de que el destino nos alejase momentáneamente de aquel villorrio marinero, una noche en camas de alquiler. Reía ante su promesa y decía que la cana al aire me la debía, por mi juventud y descaro; también por interesarme por sus historias de la transición que relataba, ya míticas, como en un ciclo artúrico de novelas de caballeros y damas.

1 comentario:

JAVIER MANCERA ARANDA dijo...

gracias jesus tu sentimiento hacia ellas quedara agradecido por ellas,q en esas autovias de luces donde tantos llenos de soledad nos dejamos parar...