domingo, 2 de septiembre de 2007

Fue Umbral, pese a todo


La marquesa de los viernes, o de los jueves, o de los martes, llora desconsolada en los cafés galdosianos de un Madrid bajo la canícula. La travesía de Madrid se nos hace complicada y el Gijón, endulzado de tardes, echa el pestillo a media asta durante los cinco minutos eternos del vermú.


Umbral abandona el valle de lágrimas como un cadáver exquisito cuyo dandismo arropó siempre su prosa. Fue algo distinto a un periodista. La ideología, su sumisión a los postulados pedrojotescos, debió entenderse como la veleta de vital de un esteta cuyo ideario residía en las evocaciones de Tierno Galván y sus paseos por los decampados del norte matritense.
Le lloverán salvas de despropósitos y elogios, pues siempre incomodó el viejo dandy a quienes vieron en él una referencia moral; otros aprendimos que el barroco no murió en Quevedo y que se podía ser castizo, gonzálezruanista, en estos tiempos de teletipos y primacía de lo informativo sobre lo superfluo y vital de la palabrería.
Vamos viendo que una raza de escritores de periódicos desaparece, Alcántara resiste y entierra a su generación, longeva en alcoholes. Descanse en paz, bailando entre el chasquido de una Hispano-Olivetti y el rumor mortal y rosa de las meretrices en los altos cielos de Valladolid. Fue Umbral, pese a todo. Un maestro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Breve artículo de opinión del columnista Jesús Nieto en homenaje a Francisco Umbral.